La fe mueve montañas. Y los jugadores de la selección española tienen sacos de ella en sus bolsillos. Después de una de las semanas más complejas y tensas de las vividas en una concentración, ante el abismo de un debut mundialista se sobrepusieron a las mil y una trampas de la competición. Solo un inspirado Cristiano Ronaldo, autor de tres goles, impidió que la Selección de Hierro, porque ya es su equipo, se llevase tres puntos más que merecidos ante Portugal (3-3). Pero la tarde era extraña y entre la pegada del rival y los errores propios, el partido se complicó de tal manera que el empate no puede considerarse un mal desenlace.