«La única patria que tiene el hombre», decía el escritor austríaco Rainer María Rilke, «es la infancia».
Hubo una época en que eran los demás los que siempre se morían. Y uno pasaba de puntillas, pero sin sobresalto alguno, porque eso de morir nos parecía tan lejano, tan improbable, como acaso le pareció a Garrett Matthias.
Murió el 6 de julio en Iowa, Estados Unidos; tenía 5 años. Cáncer. Una forma rara y devastadora de cáncer.
Su imagen de niño calvo y demacrado pero sonriente, y el obituario que escribió con la ayuda de sus padres, desplazaron por un momento la petulancia universal.
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